Si tu fantasía es tener sexo en el agua, toma nota: 5 razones por las que no es tan buena idea

El sexo en el agua es una de las fantasías más recurrentes, pero cuando las parejas lo prueban no suelen repetir
Analizamos los cinco motivos por los que mantener relaciones en el agua puede pasar de placer a tortura en cuestión de segundos
¿Hay alternativas? Te damos algunos tips para que tengas un sexo seguro y placentero en el agua
Llegan las vacaciones y tú y tu pareja acabáis en una desértica playa. No hay nadie en kilómetros a la redonda, y si lo hay parece más preocupado de tomar el sol que de fijarse en lo que estáis haciendo. La temperatura sube y no precisamente por el calor de la costa, y se os ocurre tener sexo en el agua, la fantasía más típica de verano, pero también la más decepcionante.
1. Adiós lubricación, hola molestias vaginales
MÁS
El principal motivo por el que el sexo en el agua puede acabar en un gran chasco es la falta de lubricación. El agua tiene la capacidad de eliminar por completo tanto la lubricación natural de la vagina, como la lubricación artificial.
En cuestión de minutos esa lubricación desaparece y aumenta la fricción, provocando molestias, pequeñas heridas en la vagina o en el ano, a irritación tanto durante el coito como a posteriori.

Si a la falta de lubricación le sumamos la sal del mar o el cloro de las piscinas, tenemos el caldo de cultivo perfecto para que durante el resto de tus vacaciones camines con las piernas abiertas de la quemazón y el dolor.
Es por ello que los expertos recomiendan evitar el sexo en el agua o, en caso de querer cumplir la fantasía a toda costa, escoger lubricantes artificiales a base de silicona, ya que tardan más en desaparecer (aunque acaban diluyéndose por completo tarde o temprano), y optar por aguas dulces, como ríos o lagos.
2. Sin preservativo no hay diversión
Como acabamos de ver, la lubricación brilla por su ausencia en el agua, lo que aumenta la fricción y la posibilidad de que el preservativo se rompa o se salga, incrementando el riesgo de embarazo y de enfermedades de transmisión sexual.
Por otro lado, el látex es un material que no está diseñado para funcionar bajo el agua, así que aunque el preservativo no esté visiblemente roto o dañado, el material que lo compone sí que puede haber perdido eficacia.
¿Hay alguna alternativa?, os preguntaréis. Si bien algunas marcas han diseñado preservativos con un extra de lubricante, dicha lubricación suele ser a base de agua. Como antes mencionábamos, lo recomendable son los lubricantes a base de silicona, ya que duran más bajo el agua.
3. Una orgía de bacterias y hongos
El agua del mar, de un río o de un lago no está esterilizada, e igual que no puedes beber de ella sin que tu estómago sufra las consecuencias, tampoco puedes tener sexo sin arriesgarte a sufrir ciertas infecciones.
De entre las más graves cabe mencionar la Escherichia coli, una bacteria que puede provocar en casos leves diarrea e infecciones urinarias, y en casos más graves insuficiencia renal y muerte. Por otro lado, la Salmonella puede contaminar el agua, siendo otra bacteria muy peligrosa para los humanos.
¿Y qué pasa con las piscinas? Podrías pensar que son más higiénicas, pero el cloro tiene la capacidad de alterar el pH natural de la vagina predisponiendo a infecciones como candidiasis y vaginosis bacteriana.
4. Mayor riesgo de lesiones durante el sexo
Si las mujeres tienen un mayor riesgo de contraer infecciones bacterianas y fúngicas, los hombres se exponen a una lesión tremendamente desagradable: la rotura del pene.
El sexo bajo el agua altera algunas sensaciones corporales. Por ejemplo, parece que la otra persona pesa menos, lo que nos lleva a querer probar posturas dignas de los equilibristas del Circo del Sol, y en ese momento el equilibrio puede jugarnos una mala pasada. Si esto lo sumamos a la falta de lubricación, es posible que un mal movimiento desemboque en una lesión del pene y en casos graves, una fractura.

5. ¿Y si nos quedamos en la arena?
Otra opción es el sexo en la arena, pero tampoco es muy recomendable ya que los pequeños fragmentos se pueden adherir a cualquier rincón de tu piel, incluido el pene y las las mucosas vaginales o anales, provocando abrasión y un dolor muy intenso.
Por otro lado, cualquiera te puede ver (admitámoslo, tú y tu pareja no sois tan sutiles como creéis), y aunque el exhibicionismo sea parte de tu fantasía, ten en cuenta que te expones a multas de hasta 1500 euros.