Adiós a la frigidez: soluciones a esta disfunción sexual tan machista como habitual


Una de cada diez mujeres sufre anafrodisia, conocida como frigidez femenina. En cualquier caso, esta disfunción tiene solución: en Yasss te contamos en qué consiste.
Ni frígida ni amargada: a la ausencia de deseo o goce sexual femenino se la conoce en lo médico como anafrodisia. Lo destacan multitud de sexólogas, que recuerdan que el concepto de frigidez tiene connotaciones insultantes y pone el foco sobre la mujer y no sobre los motivos que le llevan a perder la libido, que pueden ser muchas y de lo más variado.
Lo explica la sexóloga Carolina Armero: “Frígida quiere decir, fría, helada, y estas mujeres saben dar afecto y disfrutar otras vivencias que no tienen relación con el sexo”. Dicho lo cual, y una vez desterrado el término de frigidez, pasamos a definir la anafrodisia como la disfunción sexual más habitual entre mujeres: se estima que una de cada diez puede parecerla. A grandes rasgos, es la apatía o la inapetencia a practicar sexo, así como una desmotivación general hacia todo lo que tenga que ver con lo sexual. Si se llegan a practicar relaciones sexuales, puede que le cueste llegar al orgasmo o tenga dolores durante las mismas. En cualquier caso, solo se puede hablar de disfunción cuando el comportamiento se vuelve crónico.
El deseo sexual inhibido o la anafrodisia es, como su nombre indica, la ausencia de deseo, excitación y placer sexual.
— Doctora Sexual (@DoctoraSexual) August 21, 2019
Sea como sea, la anafrodisia es una disfunción con tratamiento. En Yasss te contamos en qué consiste.
¿Cuáles son los síntomas?
Quienes sufren anafrodisia rechazan la posibilidad de mantener relaciones sexuales y toda la interacción relacionada con ellas, lo que condicionará su vida en muchos sentidos, y si las tienen, no las disfrutarán. Pueden llegar a tomar decisiones muy drásticas para no alcanzar niveles de intimidad, hasta el punto de excluirse de las conversaciones o actividades en grupo.
No hay que confundir este trastorno con otras disfunciones sexuales, como la dispareunia (dolor durante las relaciones), vaginismo (los músculos pélvicos se contraen durante la penetración, causando dolor), anorgasmia (imposibilidad para llegar al orgasmo) o deseo sexual hipoactivo (reducción o ausencia del deseo sexual). Para distinguir unas de otras, es importante evitar los autodiagnósticos y recurrir a la ayuda de un médico de cabecera, un ginecólogo o un profesional de la salud mental.

Las causas que pueden originar la anafrodisia, pueden ser de muchos tipos: orgánicas, hormonales, psicológicas, sociales… entre las más habituales están:
- Sucesos traumáticos, como el abuso sexual o psicológico en la infancia.
- Problemas en la relación de la pareja, que se extienden también al terreno sexual. Al final, el sexo puede reflejar la relación y sus problemas.
- Falta de confianza, como las inseguridades personales. Evidentemente, esta puede estar originada por otros factores.
- Alteraciones hormonales, que pueden estar relacionadas con desregulaciones en el ciclo menstrual o los fármacos anticonceptivos.
- Enfermedades, como la diabetes o la esclerosis.
- Educación estricta, que puede hacer que la mujer desarrolle sentimientos de culpabilidad ante el sexo.
Algunos especialistas distinguen entre dos grados de frigidez: la primaria, que se da cuando la mujer nunca ha reaccionado ante una situación potencialmente sexual o manifestando interés, o situacional, que se refiere a la respuesta con una pareja en concreto.
¿Qué tratamientos existen?
Si estamos ante un caso de frigidez, es importante acudir a un especialista para descartar otras enfermedades. Una vez hecho ese diagnóstico, se puede acudir a un terapeuta sexual para que nos ayude a determinar las causas de esta disfunción. Por suerte, en la mayoría de los casos es una patología que tiene solución y se puede tratar con terapia.

Lo explica la psicóloga clínica Emma Ribas: para superar este problema, “la persona necesita dejar de rechazarse a sí misma y comenzar a aceptar su cuerpo y, luego, integrar su vida sexual dentro del resto de aspectos de su existencia”. La terapia ayuda a identificar los problemas y trabajar, paso a paso y aproximándose al ritmo del paciente, sobre ellos.
En ocasiones, explica Ribas, se sigue el modelo de “Los 12 pasos”, donde “resulta clave el acompañamiento de alguien que ejerza de guía, así como el apoyo incondicional de quienes hayan padecido el mismo desorden”. Con ello, añade la psicóloga, se pretende que el paciente “cambie de foco, que comience a aceptar su cuerpo, que perdone o se reconcilie con sus agresores y empiece a aproximarse a los otros”.
En ocasiones, esta disfunción tiene que ver con el estrés y la ansiedad. En ese caso, el ejercicio físico moderado, una mejor alimentación y una reducción en el consumo de alcohol y drogas puede ayudar. Puede ayudar establecer una rutina, desde luego, y si es necesario, también acudir a una clínica profesional para que nos ayuden a solucionar ese problema que está condicionando tu vida.
