Satine Fansy destapa la precaria situación en el mundo drag: "La mayoría de shows son sin contrato"

Satine Fansy tiene 24 años, vive en Madrid y lleva desde los 19 interesada en el drag
Muy pocas personas pueden vivir del drag, por lo que la mayoría lo compagina con otros trabajos
Desde el fin del confinamiento por la pandemia del coronavirus los shows han dado un gran cambio y se ha empezado a normalizar este arte
Tiene sólo 24 años y ya lleva cinco haciendo drag. Ella es Satine Fansy y fue gracias a sus compañeros de piso por quienes empezó a vestirse y maquillarse encerrada en su habitación, vergonzosa de lo que pudieran pensar sus compañeros de sus modelitos y los “cuadros” de maquillajes que se hacía en la cara en ese momento.
Satine, como muchas otras drags, ha crecido sin referentes; pero poco a poco empieza a haber más drags visibles tanto en redes sociales como en programas de televisión que se convertirán, muchas de ellas sin pretenderlo, en profesionales de referencia para las futuras generaciones.
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Ella es de Alicante y lleva dos años viviendo en Madrid. En Yasss, hemos hablado con Satine (la entrevista en vídeo puedes verla en la parte superior del artículo) y nos ha confesado que desde que empezó a hacer drag ha invertido en maquillaje y vestuario más de 6.000 euros que no cree haber recuperado, ni siquiera sumando todo el dinero que haya podido ganar con sus shows.
Aunque Satine califica el drag como “una mezcla de todas las artes”, además de una manera de expresión y de jugar con el género; lo cierto es que puede convertirse, al igual que el resto de disciplinas artísticas, en tu trabajo. No obstante, por desgracia, en la mayoría de casos, los artistas drag no pueden dedicarse en exclusiva a esta disciplina, ya que está muy mal pagada y las condiciones laborales suelen ser muy malas.
Drag = precariedad (casi siempre)
Satine recuerda su primer show como algo catastrófico y lo compara con la primera vez que mantienes relaciones sexuales: “Estás muy nerviosa y al final el resultado no es tan satisfactorio ni para ti ni para la gente que está a tu alrededor”. De ese momento ya han pasado cinco años, dos de los cuales lleva viviendo en Madrid, donde ha actuado en numerosas ocasiones y realizado campañas con diferentes marcas.
Sin embargo, su opinión acerca de las condiciones laborales en esta industria no es muy positiva: “A nivel económico está fatal. Hay para algunas personas que está bien pagado, para otras personas que no está bien pagado, depende del sitio al que vayas pues te pagan mejor o peor. En general, para lo que debería pagarse no está bien pagado”.
“Cuando eres drag queen tú te guisas y tú te lo comes todo: tú te haces el vestuario, tú te peinas las pelucas, tú te maquillas, tú te montas los shows…”, todo el trabajo que hay detrás de un espectáculo drag también son horas que se emplean y no se recompensan económicamente.
Es más, Satine nos ha confesado que ser drag y firmar un contrato para hacer un show nocturno es algo en la mayoría de ocasiones irreal, como un “unicornio”: “Eso de contratos y drag es un poco como los unicornios, en algún momento alguien tuvo que ver algo relacionado con eso y ya se inventaron que existían”.
La enorme mayoría de shows son sin contrato, sin autónomo y sin nada de por medio
Ella asegura que es muy poco común ver a una drag con contrato dada de alta, ya que “la enorme mayoría de shows son sin contrato, sin autónomo y sin nada de por medio”. Sin embargo, cuando haces algo de “publicidad o de imagen en empresas o cosas por el estilo, ahí sí que te suelen dar de alta en la seguridad social porque es otro tipo de ámbito; pero lo que es la noche…”.
¿Qué pasará entonces con sus pensiones por jubilación? Pues bien, esto es algo en lo que Satine, que tiene 24 años, no ha pensado todavía; pero considera que es “una putada” y que la enorme mayoría de personas que llevan años dedicándose a esto han tenido “trabajos fuera del drag y los han compaginado, son gente que a lo mejor trabaja 80 horas a la semana, entre sus 40 horas de su trabajo a jornada completa y su otro trabajo a jornada completa que es el drag”.
El gran cambio de los últimos años
Aunque dedicarse al drag sigue siendo muy arriesgado económicamente, ya que en muy pocas ocasiones da la estabilidad económica suficiente como para vivir exclusivamente de ello, sí que es cierto que desde la pandemia del coronavirus ha dado un gran cambio.
Con el confinamiento y el cierre del ocio nocturno no solo hubo un “baby boom”, surgieron muchas nuevas drags a partir de mayo de 2020 según Satine, sino que además los shows adquirieron un carácter más diurno y se empezaron a llevar a cabo no solo en otros espacios, sino también de otra manera: “Cuando salimos del confinamiento todo lo que es el concepto de drag show cambió muchísimo”, cuenta Satine.
“Ahora se está volviendo un poco a los orígenes, pero se está haciendo como un híbrido del cambio”. Antes de la pandemia, los shows solían darse en discotecas y era una drag la que estaba actuando durante parte de la noche sin que “prácticamente nadie le hiciese caso”. Sin embargo, tras el confinamiento, “como ya no se podía bailar en las discotecas y la gente tenía que estar sentada, tenías que pagar la entrada para ver un show”.
¿Este cambio qué supuso para las drag queens? Pues que en vez de pedírseles que se preparasen algunas canciones para actuar en distintos momentos de la noche, empezaron a tener que preparar “shows de una hora y media o dos horas porque necesitaban que mantuvieras al público dentro del local”.
Sin embargo, y paradójicamente, “los sueldos bajaron, pero la responsabilidad subió”. Así es, “se pagaba menos a las drag queens porque como había menos aforo los dueños de los locales sacaban menos dinero y por tanto te lo argumentaban de esa manera”.
Este cambio en la manera de concebir el drag y el cambio que las drags tuvieron que hacer en sus shows para que fueran más largos y captar más la atención del público influyó en que “el drag se llevara a muchos más sitios, a salas de conciertos, a teatros, a la calle…”. Es más, Satine, el primer show que dio en Madrid fue precisamente en una sala de conciertos, “en un escenario con público, gradas y como si yo estuviera haciendo una obra de teatro 100%”.
Para ella, lo mejor de este cambio que han dado lo shows en los últimos años es que ahora el público que acude a este tipo de eventos lo hace porque está interesado en lo que va a ver y, por tanto, valora mucho más y presta más atención a su trabajo.
La normalización del drag
En los últimos años el drag ha pasado a ser “mainstream”, esto es algo en lo que incide Satine; que da las gracias por ello a 'Drag Race España' y al confinamiento. Poco a poco empiezan a haber más shows en ciudades que no son ni Madrid ni Barcelona y, por tanto, más opciones laborales para ellas.
Además, ha querido compartir una anécdota y es que antes, cuando ligaba por Tinder y decía que hacía drag había muchos chicos que le deshacían el match o dejaban de hablar con ella por eso; ahora, ya no le ocurre. Es más, se interesan mucho por ello o incluso le confiesan que ellos también quieren probarlo.
El drag es algo maravilloso, te ayuda a expresarte muchísimo, a sacar algo que tienes dentro
Esta normalización del drag ha servido también para que el mundo conozca que hay muchos tipos de drag y que no todo lo que existe son drag queens, sino que también hay drag kings y que no todas hacen el mismo tipo de shows.
“No hagáis drag, es una malísima idea, conlleva un gasto muy grande de dinero. Si sois ricos hacedlo, pero cuesta mucho dinero. Yo personalmente no lo recomiendo, yo si pudiera volver atrás en el tiempo y no hacerlo no lo haría”, concluye Satine entre risas, para después confesar que es “algo maravilloso, te ayuda a expresarte muchísimo, a sacar algo que tienes dentro y cuesta dinero, pero es un dinero que no te duele gastar”.