El capitalismo tiene cosas raras. Los mismos consumidores que se jactan de haber encontrado las mejores ofertas en el Black Friday, se niegan a gastarse un duro en San Valentín, como si la diferencia entre estos dos eventos comerciales fuera que uno es una gran oportunidad y el otro, un insulto a la inteligencia. En la era del consumismo inmediato, los días mundiales, Amazon Prime, los infolinks, los followers y el branded content, el pobre San Valentín ha sido denostado y bautizado como un invento de 'El Corte Inglés', como si no hubiera más centros comerciales en el mundo.
Sin embargo, el origen de San Valentín nada tiene que ver con la compraventa (se celebra el día en el que el emperador Claudio II ejecutó al Santo que casaba a las jóvenes enamorados en secreto, cuando él lo había prohibido), pero, de ser así, a Rayden le da exactamente igual. El cantante va a contracorriente de la contracorriente y, si ahora lo más común es decir que "pasas" de la romántica efeméride, él no tiene problema en sacar pecho y admitir que le "encanta" el 14 de febrero porque, a veces, ir en contra de la moda es, precisamente, ir a la moda.
Rayden, que es un vitalista de manual, se apunta a cualquier celebración que se precie: "Yo celebro todo lo que se pueda celebrar. Me da igual que digan que es un invento, perfecto, si te están dando un motivo para celebrar. Si te molesta el consumismo, no consumas nada, escribe una carta o da un abrazo sincero", dice, siempre con ese aire literario que bien le ha servido en la redacción de su primera novela.
"El acercamiento de la mujer cactus y el hombro globo" es, de hecho, un buen regalo para esta fecha (aunque haya que comprar el libro, claro) pues es la versión extendida de la canción que lleva el mismo título, pero no la misma intención. Rayden ha descubierto en la pluma una verdadera vocación y, en 348 páginas, muestra la cara más dura del amor (si es que tiene otra), desmitifica el ideal de los polos opuestos y critica lo efímero de las relaciones actuales, sin caer en la yayada de que las parejas ya no son como las de antes:
“Es bueno y malo que las relaciones amorosas no sean como antes. Lo bueno es que no hay por qué aguantar cosas que nadie tiene que aguantar; lo malo es que la gente no tiene empatía, ni paciencia y parece que es más fácil desechar una relación, que trabajarse uno mismo. Ahora no se quiere tener conversaciones incómodas, ya nadie quiere implicarse. Con las redes sociales es fácil pensar que, si no estoy con esta persona, puedo estar con otra que me ha dado cuatro likes seguidos, pero lo bonito es construir una relación con alguien y que sea incómodo. Lo bonito es lo otro", sentencia. Y no hay nada más que decir.