Como predicó Hesíodo en la Antigua Grecia: "todo en la vida vuelve". En los tiempos que corren en donde predomina el lenguaje digital, la sociedad siempre luchó contracorriente buscando alternativas más "sensoriales" a la hora de consumir ciertas formas de arte. Esto mismo ha ocurrido en la industria musical, en donde a pesar de que llevamos años en la era del 'streaming' junto con plataformas como Youtube o Spotify, se han dado renacimientos de ciertos productos como el del cassette que, aunque hayan estado en declive, curiosamente nunca desaparecieron.

Los números hablan por sí solos. En 2020, de forma inesperada se disparó la venta de cassettes en el Reino Unido un 95% más que en 2003, coronándose así como "el año del cassette". Según la British Phonograhic Industry, se vendieron aquél año 156.542 cassettes, un récord que no ocurría desde principios de siglo. En este plano, Dua Lipa, Justin Bieber o Lady Gaga son figuras que han exigido tener ediciones en cassette. Incluso referentes locales como Belén Aguilera, se han unido al clan y comenzaron los preparativos para una edición en este formato. Pareciera ser que "el rebobinar" se ha vuelto a poner de moda para dejar atrás la nostalgia.

Lo cierto es que no es necesario ser melómano para compartir los recuerdos de los años de cassette. Son muchas las razones por las que un aficionado de la música o cualquiera puede ir en busca de este pequeño producto musical.

El cassette es un formato "vulnerable" y super frágil. Acercarlo a cualquier bovina o altavoz significaba romperlo o decaer en el puro desgaste de la escucha. Además, al ser un formato de "magnetismos" pequeños, no se puede esperar una calidad de primera en la escucha. Las primeras reproducciones podían llegar a ser de muy buena calidad pero al poco tiempo se notaba un una desgaste absoluto, entonces ¿por qué el público y los artistas lo siguen eligiendo?

Javier Roldón, ingeniero de Mastering y fundador del estudio Vacuum Mastering (fundado en 2008) cree que se sigue optando por este formato, "por el ejercicio de la escucha". "Lo que me gustan de estos soportes es el ejercicio en sí de la escucha. No nos permite seleccionar un track, que hay que ir seleccionando una tras otra. Sí podemos acceder a rebobinar y dar 'chapa para adelante' pero al final tenemos que ir pasando por todas las canciones del álbum y esto es un plus porque ya no es luchar contra el single sino ya es escuchar el álbum completo", opina el experto.

Además el siglo en el que vivimos se caracteriza por la "velocidad" en las cosas. La experiencia del cassette nos ha devuelto los procesos ya que hoy en día la forma de vivir y de consumir se ha acelerado o se ha "fraccionado" ya que, ya no hace falta escuchar el álbum completo, ni siquiera una canción hasta el final. Hoy en día se puede optar por la parte favorita de una canción o pasar a la siguiente.

"Es como cocinar. Uno puede tener la Thermomix o puede disfrutar de todo el proceso de preparación. Lo mismo ocurre con el cassette, en lugar de tener todo junto y listo en un mismo lugar, se debe atravesar por todo el proceso de escucha", señala Luis, el dueño y fundador de una fábrica de cassettes icónica del corazón de Malasaña, "La Cassetteria".

Al haber trabajado por más de una década en la industria, Roldón opina que el artista busca editar sus temas en cassette por una necesidad de volver a lo físico: "El cassette es el fetiche del artista. Según las opiniones de expertos en la materia, la demanda de producciones en este formato, al igual que el vinilo, se debe a una necesidad por "el objeto" físico, se necesita algo que pueda estar en la librería de una familia", aclaró. Las personas necesitan un objeto físico para coleccionar y admirar en el hogar, genera más sensibilidad y otro tipo de experiencia cercana y sensorial.

En este contexto, hablamos con Javier Villalba, productor musical y fundador del estudio de música en Madrid, 'Blue Récords Estudio', quien se unió al debate y confiesa que cualquier formato físico también es un tipo de ingreso mayor para un artista, sobre todo para los independientes que son los que han empujado a la industria de la producción musical en estos formatos: "Pese a que tenemos Spotify y no cuesta mucho dinero para tener toda la música del mundo, eso al final a la mayoría de los músicos, no les da para vivir. Es por ello que mucha gente, sobre todo de discográficas independientes, sí que han seguido manteniendo los formatos físicos porque es lo que a los más pequeños les da un poco de sustento debido al incremento de demanda", explicó el productor.

"Todos pensaban que estaba loco", fueron las palabras entre risas de Luis, el fundador y dueño de 'La Cassetería'. Ubicado en una calle silenciosa en pleno barrio de Conde Duque, este rincón acoge años de historia y sabiduría musical entre sus 4 paredes. El emprendimiento que fundó el joven en plena pandemia, septiembre de 2020 para ser más exactos, es una fábrica de cassettes en donde es posible, no solo comprar, sino también grabar y editar en el mismo formato.

Con cassetes de todos los artistas por doquier y rodeado de walkmans setenteros, Ingresar por su puerta es como viajar en el tiempo. Para su sorpresa, Luis cuenta que "se han acercado muchos jóvenes interesados en el formato pero que literalmente le tuvimos que explicar cómo se usa un walkman y un cassette", cuenta entre risas. La clientela que reciben es variada. Desde el joven que va en busca de la "pequeña cajita" en su tienda, movidos porque han tenido un encuentro cercano "del tercer tipo" con un reproductor de cassette o un "walkman" empolvado en casa de sus abuelos o padres. Luego viene el coleccionista que nos visita en busca de la edición de una cassette en concreto, o luego gente que es melómana que le gusta el formato", explica.

Además, el tipo de música que la gente busca no se limita al siglo pasado. Hoy en día es posible encontrar todo tipo de género moderno tal como el hip hop y rap en este formato y muchas van en busca de ello a comprar en lugar de música más ochentosa.

Luego de un año y medio en pie, su dueño ha luchado contra todo pronóstico y ha hecho frente a los desafíos que significaban fundar un negocio en base a algo que se cree que "está obsoleto". Hoy en día, lo que parecía ser un negocio destinado al fracaso, va 'viento en popa', además que al igual que muchos expertos opina que hoy en día el cassette no va a desaparecer.

La primera vez que se escuchó a palabra "cassette" en el mundo fue en 1963 gracias a Louis Ottens, un ingeniero de origen holandés, quien falleció a finales de marzo de este año. Esta figura revolucionó al forma en la que se escucharía música en el siflo XXI brindando la capacidad de escuchar música "compacta" y llevarla en el bolsillo gracias a los reproductores 'walkman'.

Apenas el invento salió a la luz, obtuvo una gran popularidad en Europa y Estados Unidos. Fue el mismo Ottens quien dirigió el equipo de la compañía que desarrollaría el producto: Hasselt, propiedad de Endhoven Philips. Poco tiempo después, en la década de los 70 su popularidad se catapultó aún más cuando la empresa japonesa Maxwell inventó un producto de soporte que permitía que el cliente pudiera grabar lo que quisiera y por sí mismo sobre cintas vírgenes en un tamaño portátil. La publicidad de ese entonces predicaban que este producto era algo fácil de llevar y "más pequeño que un caja de cigarrillos".

Pero Ottens, para su arrepentimiento no fue quien inventó el famoso 'walkman' sino fue su rival Sony quien combinó los productos a la perfección y colaboró para que el artefacto dominara durante décadas en la industria gracias a la posibilidad de escuchar música de manera "remota". Este formato fue copiado por muchos países diferentes logrando que se vendieran más de 100 mil millones de cassettes durante el siglo pasado en todo el mundo.